sábado, 6 de febrero de 2010

El proyecto

Alejandro (mi hermano) y Lorena (su mujer) se mudaron a una casa nueva –muy linda, por cierto- y en plan de re-ambientarla, me invitaron a decorar las paredes del dormitorio de Nehuén (su primogénito, ergo, mi sobrino) con un mural de “mi autoría”.
Al principio, debo reconocerlo, el plan me encantó ya que tomé la propuesta como un hermoso gesto de confianza y de cariño. Después (también es justo reconocerlo) me entró un poco de “miedito” por la enorme responsabilidad que significaba plasmar una pintura en el cuarto de mi sobrino.
Al final, vencido el temor al fracaso, decidí aceptar la invitación y volcarme de lleno a la creación de una idea que fuera lo más original posible y que, al mismo tiempo, plasmara todo lo que para mí significaba este regalo del corazón destinado a mi primer y muy querido sobrino.
Nehuén es un “fan” incondicional de Mickey Mouse. No se sabe muy bien si tal fanatismo se debe a la valoración objetiva que él hace de las cualidades artísticas y las dotes de entretenedor del célebre ratón animado o si surge de la imposición de sus padres que, según parece, encontraron en la mágica habilidad del susodicho personaje una “niñera” full-time súper eficiente.
Como sea, lo cierto es que lo primero que me impuse en la realización del mural fue excluir total y absolutamente cualquier referencia a este simpático (pero a la vez siniestro) personaje y toda su parentela disneyleana, como así también a todos aquellos seres de fantasía que habitan el extenso universo del marketing infantil.
Ya bastante esfuerzo hacen las corporaciones y el entorno para convencer a los niños de que amen a estos personajes, y gusten de sus productos, como para que yo le sume una publicidad gratis en las paredes del cuarto de mi sobrino. No señor, el mural de Nehuén tenía que ser distinto. Algo original y alejado del mundo serial y despersonalizado en el que habitualmente viven los niños.
Hacia allí me dirijo, entonces, en este viaje que, más allá de los resultados, estoy seguro me ofrecerá alegrías y (por qué no) descubrimientos. Espero que, al final, lo pintado sea del agrado de la única mirada que deseo conquistar: la de Nehuén.
Los invito a seguir de cerca el paso a paso de esta incierta aventura y a dejar sus comentarios, reflexiones y demás aportes.

3 comentarios:

  1. hola, soy la futura madrina de Nehuen!!!me parece q este mural va a quedar de lo mas hermoso!!1con}mo Nehuen lo merece!!!

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  2. Hola. Que Nehuén se lo merece no hay dudas. Y no sé si va a quedar hermoso, pero como diría Silvio Soldán, es un mural "hecho con... amoooor".
    r.

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  3. El mural va quedando barbaro y se nota que le pones mucho amor,pero el gatito sigue estando sin pintar!!!!!!!!

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