Enfrentada a la “casita del corazón” (es decir en la pared de enfrente), se encuentra otra casa: La casa de la montaña. Es una casa más “convencional”, de esas que uno suele dibujar cuando un niño nos dice: “dibujame una casita” (y uno termina dibujando boas abiertas y cerradas).
La ubicación de esta casa no es casual. De alguna manera, estas dos paredes contienen los dos aspectos ¿enfrentados? del hombre: el emocional (la casita del corazón) y el racional (la casa de la montaña).
En fin, volviendo a la pintura, tampoco aquí hubo demasiada complicación. Paredes blancas y grises, techos azules y celestes, ventanas negras.
Sin embargo, hay un detalle llamativo en esta casa. ¿Se animan a descubrirlo?
domingo, 21 de febrero de 2010
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no tiene puerta???
ResponderEliminarAsí es. O al menos no la tiene en donde la lógica racional indica que debería estar. En todo caso la idea es que incluso hasta en lo más "racional" puede haber una cuota de "irracionalidad".
ResponderEliminarYendo a lo más práctico, digamos que de este modo, Nehuén dejará entrar en su cabeza sólo lo que él quiera hacer entrar... :-)