La pared de la derecha es la que contiene lo que yo denomino el “sector de juegos”. Es decir, así como está el sector de descanso (donde Nehuén va a dormir acunado por la luna, las estrellas y las ovejitas) está, el sector destinado al esparcimiento. Allí, la figura central es una pareja de niños que pasean en triciclo por una loma de arena adornada con un matorral de pasto, espigas y arbustos en forma de corazones. Antes de pintar la figura, tuve que hacer el fondo. A diferencia de otras zonas más sencillas del mural, esta parte me demandó bastante tiempo, esfuerzo y paciencia.
Lo primero fue darle a la zona del matorral una base de verde muy clarito para delimitarla y generar un fondo uniforme.
Después hice lo mismo con el suelo, pero en este caso aplicando un tono anaranjado con vetas amarillas.
Sobre el fondo verde claro, empecé a perfilar los primeros pastos en un verde más oscuro.
Poco a poco fui creando más pasto en distintas tonalidades de verde (también use algo de amarillo y un poco de ocre).
Para los arbustos en forma de corazones use un verde oscuro en los del fondo y uno más claro en los de adelante y como detalle le apliqué un pequeño brillo blanco en el borde superior.
Finalmente, para decorar el conjunto y romper un poco la monotonía del verde, esparcí algunas florcitas de colores en la base del matorral.
domingo, 21 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ajá!! En esta crónica hay gato encerrado... o mejor dicho, me parece que el pequeño príncipe de la familia Valle, además de un mural en las paredes de su dormitorio, tiene la promesa de un primer libro en la biblioteca...
ResponderEliminar(Aclaración importante, el comentario de María se refiere al post titulado "La casa de la montaña")
ResponderEliminarY sí, estás en lo cierto. No sé si será el primer libro de su biblioteca, pero la promesa está.