Sí, llegó el turno de pintar el sol. Ese que se asoma tímidamente por detrás de las nubes que ocupan buena parte de la superficie de la pared izquierda del dormitorio. Es un sol convencional. Digamos que respeta los “convencionalismos” del dibujo infantil: un gran circulo amarillo… y punto. Aquí el único detalle para destacar es que, en lugar de pintarlo con un amarillo parejo (como figura en el diseño original), me animé a darle un poco más de “vistosidad” aplicando un sutil degradé de amarillo y blanco. Nada para decir ¡ooooh que barbaridad!, pero igual queda muy lindo.
sábado, 13 de febrero de 2010
Sale el sol
Pintar con treinta grados centígrados promedio de sensación térmica, todos los días, no es algo muy placentero, se los aseguro. Diga que uno está lleno de amor por ese mocoso que anda dando vuelta por ahí (o disfrutando de la pileta), y que eso es una brisa fresca para el alma, que sino… Bueno, pero la mención a las altas temperaturas no tiene otra razón que introducirnos en el tema de este post: El sol.
Sí, llegó el turno de pintar el sol. Ese que se asoma tímidamente por detrás de las nubes que ocupan buena parte de la superficie de la pared izquierda del dormitorio. Es un sol convencional. Digamos que respeta los “convencionalismos” del dibujo infantil: un gran circulo amarillo… y punto. Aquí el único detalle para destacar es que, en lugar de pintarlo con un amarillo parejo (como figura en el diseño original), me animé a darle un poco más de “vistosidad” aplicando un sutil degradé de amarillo y blanco. Nada para decir ¡ooooh que barbaridad!, pero igual queda muy lindo.
Sí, llegó el turno de pintar el sol. Ese que se asoma tímidamente por detrás de las nubes que ocupan buena parte de la superficie de la pared izquierda del dormitorio. Es un sol convencional. Digamos que respeta los “convencionalismos” del dibujo infantil: un gran circulo amarillo… y punto. Aquí el único detalle para destacar es que, en lugar de pintarlo con un amarillo parejo (como figura en el diseño original), me animé a darle un poco más de “vistosidad” aplicando un sutil degradé de amarillo y blanco. Nada para decir ¡ooooh que barbaridad!, pero igual queda muy lindo.
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