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sábado, 13 de marzo de 2010

Barquitos de papel

Mientras intento resolver el “problema del árbol”, paso a contarles sobre otro de los agregados “especiales” de este mural. La pared del fondo de la habitación tiene una ventana. Sobre la esquina derecha de esa pared está el famoso árbol. Sobre la otra esquina, donde va la cuna, hay un lago. Allí, en esas aguas cálidas y apacibles, navegan en un viaje infinito dos pequeños barquitos de papel. En realidad, son de tela, pero simulan ser “de papel”. Se me ocurrió que podía ser divertido para Nehuén tener sobre su cuna, dos barquitos en cuyo interior pudiera poner “a navegar” alguno de sus muñecos preferidos. Sucede que estos barcos están hechos en tela y con el pliegue que queda a la vista, se forma una especie de bolsillo. El proceso de creación de los barquitos es el siguiente: Primero pinté unas estelas de agua sobre el lago para dar la sensación de movimiento.
Después, Ale (el papá de Nehuén) cortó en madera las siluetas de base de los barcos.
Mari (la abuela de Nehuén), colaboró diseñando un práctico forro de tela que sirve para cubrir la silueta de madera y, a su vez, proveer el bolsillo “guarda muñecos”.
Finalmente, sólo resta fijarlos a la pared en sus correspondientes lugares y listo… ¡A la mar!

lunes, 1 de marzo de 2010

Plantando margaritas

Última etapa en la pared izquierda: llegó el tiempo de pintar las margaritas. Sobre el borde inferior de dicha pared, en un primer plano, se encuentra una suerte de matorral florecido con margaritas. El proceso de pintura se desarrolló básicamente en tres pasos. Primero pinté un fondo verde (oscuro), demarcando la silueta con hojas.
Luego “planté” la base de las flores (sus pétalos), unas en color blanco y otras en color amarillo clarito.

Finalmente hice los centros de las flores en un amarillo “oro” con un pequeño reborde en bordó oscuro a modo de sombra.
Aproveché la pintura para esparcir algunas cuantas margaritas en el campo ubicado detrás de los personajes (en la parte superior derecha) para “alegrar” un poquito más esa zona del dibujo.
Un detalle para destacar en la pared del fondo, donde, junto a la puerta, continúa el matorral de la pared izquierda. Allí puse un caracol posado sobre una hoja. Nada del otro mundo pero es un detalle simpático y llamativo, ya que está ubicado justo arriba del interruptor de la luz.

domingo, 21 de febrero de 2010

El sector de juegos

La pared de la derecha es la que contiene lo que yo denomino el “sector de juegos”. Es decir, así como está el sector de descanso (donde Nehuén va a dormir acunado por la luna, las estrellas y las ovejitas) está, el sector destinado al esparcimiento. Allí, la figura central es una pareja de niños que pasean en triciclo por una loma de arena adornada con un matorral de pasto, espigas y arbustos en forma de corazones. Antes de pintar la figura, tuve que hacer el fondo. A diferencia de otras zonas más sencillas del mural, esta parte me demandó bastante tiempo, esfuerzo y paciencia.
Lo primero fue darle a la zona del matorral una base de verde muy clarito para delimitarla y generar un fondo uniforme.

Después hice lo mismo con el suelo, pero en este caso aplicando un tono anaranjado con vetas amarillas.
Sobre el fondo verde claro, empecé a perfilar los primeros pastos en un verde más oscuro.
Poco a poco fui creando más pasto en distintas tonalidades de verde (también use algo de amarillo y un poco de ocre).
Para los arbustos en forma de corazones use un verde oscuro en los del fondo y uno más claro en los de adelante y como detalle le apliqué un pequeño brillo blanco en el borde superior.
Finalmente, para decorar el conjunto y romper un poco la monotonía del verde, esparcí algunas florcitas de colores en la base del matorral.

martes, 16 de febrero de 2010

Verde que te quiero ver

Por tratarse de un paisaje campestre, el mural tiene un alto porcentaje de zonas verdes. El suelo y el fondo, por ejemplo, están dominados casi íntegramente por lomas y montes de pasto.
Para evitar la monotonía y llamar la atención de Nehuén, decidí pintar cada espacio con una tonalidad diferente, sin repetir el color. En algunos casos, como en el del monte sobre el que se ubica la “casita del corazón”, o el del otro más grande, que atraviesa la pared del fondo, donde está la puerta del dormitorio, apliqué un mix de verdes (claro-oscuro) para darle un poco más de relieve y brillo.
También agregué unos arbolitos en el costado de la pared del fondo para rellenar un poco y compensar el vacío del dibujo en esa parte, dado que casi todo ese espacio va a quedar tapado por el ropero.
Finalmente, un detalle a destacar es el borde del monte que está detrás de los chicos que juegan con las burbujas de jabón. A diferencia de los otros montes cuyos bordes son lisos, en éste pinté una terminación de pasto para que quede más delicado.
En síntesis, el verde llevó más tiempo (y esfuerzo) del que me imaginaba. Fueron varias jornadas de trabajo dedicadas casi exclusivamente a pintar esto, pero al final quedó bastante vistoso. Eso sí, no vuelvo a pintar “pastito” en los próximos veinte años ni aunque me paguen.