miércoles, 10 de febrero de 2010

A dibujar se ha dicho

Primero, obviamente, hay que plasmar “la idea” en el papel. Dada las dimensiones del mural (cuatro paredes de unos 4 metros de largo por 1,5 metros de alto cada una), decidí trabajar en hojas canson Nº 5 que son lo suficientemente grandes como para dibujar en una buena escala (en este caso 9.3:100) y, a su vez, lo suficientemente chicas como para poder manipularlas sin problemas.
Comencé con el trazado de la cuadrícula de referencia, un viejo método de dibujo que sirve para trasladar una ilustración desde su tamaño original a una superficie de mayor tamaño. Una vez realizada la cuadrícula, sólo tuve que dibujar los fondos y las figuras sin perder de vista la proporcionalidad del conjunto. Es decir, tener en cuenta que lo que en el papel apenas me ocupaba un “cuadradito”, en la pared iba a ser un dibujo de 25cm2.
Así di forma a un “paisaje” campestre (mitad cielo, mitad montes), cuyo “relato” es más o menos el siguiente: Arrancando por la pared de la izquierda lo que se ve es un campo con una casita y un fondo de nubes con un cielo claro, dominado por un sol semi oculto tras las nubes. En primer plano hay una niña haciendo burbujas de jabón y un niño que quiere atraparlas. Las burbujas se mueven hacia la derecha y suben hasta el cielo para convertirse en ovejitas. Las ovejitas saltan un cerco sobre un fondo nocturno, justo sobre la cuna de Nehuén. En su salto atraviesan un pequeño lago en el que flotan dos barquitos de papel.

La noche (con las estrellas y la luna) se pierde por sobre la ventana del dormitorio hasta llegar a la pared de enfrente, donde nuevamente se convierte en día.
Dividendo estos dos momentos se encuentra un gran árbol en cuyo tronco Nehuén va a poder ir anotando su estatura a medida que vaya creciendo.
Del otro lado del árbol, se encuentra un matorral de corazones verdes y un suelo de arena por el que pasean en triciclo un nene y una nena. La nena tiene en su mano el hilo de un globo risueño que se bambolea con el viento. Más atrás, en el fondo casi llegando al final de esa pared, se ve la “casita corazón”, una especie de refugio de los sentimientos.
La pared del fondo, la que cierra la habitación, da continuidad al paisaje de cielo, nubes y montes, pero no tiene ningún otro motivo (salvo un caracol sobre una planta en primer plano), porque va tapada con el placard.
Así quedó entonces el dibujo plasmado en el papel. Ahora habrá que ver cómo resulta la tarea de llevarlo a la pared.

1 comentario:

  1. ¡Qué epopeya!!!
    Suena a un desafío de película. Seguiré atenta el avance.
    Ojalá tu sobrino vea alguna vez esta bitácora, se enorgullezca de su tío y se sienta feliz de tanto amor que hay en este trabajo.

    ResponderEliminar