lunes, 1 de marzo de 2010

Se nos vino la noche

Y ahora sí, llegamos a la última acción de pintura del mural (lo que no significa que el mural esté terminado, porque aún quedan varias sorpresas).
Se trata del detalle final del cielo nocturno: la luna y las estrellas. Desde que la descubrió, Nehuén está fascinado por la luna (la de verdad) así que me pareció que no podía faltar una media luna en su mural, justo encima de la cuna, para que pueda verla todas las noches antes de quedarse dormido.

Acompañando a la luna, están las estrellas. Muchas, muchas estrellas de distintos tamaños e intensidades.
Incluso, sobre el tapa rollo de la ventana, se encuentra una constelación muy particular. Es que seis de las ovejitas nacidas de las burbujas de los chicos, luego de conciliar el sueño del niño, suben nuevamente al cielo para convertirse en estrellas. He ahí la clave de sus nombres… Y una nueva historia para contar antes de irse a dormir.
Nota del Autor: La idea original era agregar a esta luna y las estrellas un poco de pintura fosforescente para que se “encendieran” en la oscuridad. El plan sigue vigente pero estamos a la espera de conseguir la mencionada pintura así que por ahora –como diría Nehuén- las estrellas están “sin pilas”.

2 comentarios:

  1. Querido Roberto (¿o mejor sería decir, "querido tío de Nehuén"?):
    hace poco leí el prólogo que escribió Borges a las obras completas de Lewis Carroll (editadas por Corregidor en 1976). Cuenta allí que el autor de Alicia en el país de las maravillas escribió que "el universo consta de cosas que pueden ordenarse por clases y que una de éstas es la clase de cosas imposibles".
    Para algunos, las cosas que "vemos" en los sueños, pertenecen a esa clase de experiencias que carecen de sentido y que, por eso, no son posibles en el "mundo real".
    El mural de Nehuén es un homenaje a su destinatario, en primer lugar. Y luego, a esas cosas imposibles que ya son parte de sus sueños y de su mundo despierto que con tanta elocuencia describe el niño aunque no seamos capaces de entenderlo...

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  2. Querida María (¿o mejor sería decir, "querida tía de Nehuén"?):
    De más está decir que ni yo soy Lewis Carroll ni el mural es el país de las maravillas, pero sí debo confesar que deseo de todo corazón que Nehuén, cual "Alicia", se anime a lo largo de su vida a imaginar cientos de cosas "imposibles". Y espero que lo haga en homenaje al niño que nosotros, alguna vez, también supimos ser.

    PD: En tren de confesiones aprovecho para decirte que, ojalá me invite a acompañarlo en su recorrido por ese mundo imaginario. Muero por atravesar pronto el espejo con él.

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